Seguimos recibiendo de Hollywood remakes y
reboots de grandes éxitos de antaño. No se si esta moda viene porque los
directores y guionistas de ahora quieren mantener vivo el sueño con el que
crecieron o simplemente es que se quedaron sin ideas.
El caso que nos ocupa nos lleva a
remontarnos solo 22 años, en 1993, a cuando de la mano de Steven Spielberg este
parque lleno de dinosaurios nacido de la mente de Michael Crichton llenó los cines. Aquella
primera película se llevo tres Oscars técnicos por su maravilloso dominio de
los efectos especiales y el uso de la robótica. La película se convirtió en
trilogía que fue a menos y el mundo se quedó sorprendido cuando 12 años después
del estreno del final de la trilogía se anunció al mundo una cuarta película
que vio la luz el pasado 12 de Junio.
Durante toda la década del 2000 se han
intentado hacer remakes o continuaciones de las grandes sagas de aventuras con
nefastos resultados (véanse las precuelas de Star Wars o “Indiana Jones y el
Reino de la Calavera de Cristal”) pero desde que JJ Abrams encontró la formula
mágica con el reboot de Star Trek en 2009 el resto de proyectos de este estilo
empezaron a ver el futuro con mejores ojos.
Ahora, con prácticamente el mismo
presupuesto que la trilogía original completa, Steven Spielberg vuelve a
producir una nueva cinta sobre el mítico parque de Isla Nublar. De nuevo el
argumento no tiene mucho de especial: Los dos niños que acaban en el parque
solos cuando un dino muy peligroso (fruto de una mutación genética
descontrolada) se escapa y empieza a causar estragos. La responsable de los
niños (en este caso su tía) se desespera por buscarlos y se alía con un
cuidador de raptores con quien mantiene una tensión amorosa no resuelta.
Mientras los jefes del parque intentan solucionarlo sin ruido pero solo
consiguen empeorar las cosas y dejar que la solución militar sea la única
medianamente capaz de detener la crisis aunque una vez más se equivocan.
Al margen de la sinopsis predecible, el
presupuesto en efectos especiales realmente merece la pena. Los dinosaurios son
más grandes, mas feroces y tienen muchos más dientes y algunos ni siquiera son
dinosaurios. El número de muertos con respecto a las otras películas es mayor y
la batalla épica final entre el T-Rex, el I-Rex y el Raptor “Blue” es una de
las mejores secuencias de acción animada que he visto nunca.
No es una maravilla cinematográfica ni
pasará a la historia del cine como un super clásico, pero es entretenida y
tiene un ritmo adecuado (Apenas te enteras de las casi dos horas y media).
Chris Pratt y Bryce Dallas Howard defienden unos papeles muy estereotipados con
solvencia; Omar Sy, Irrfan Kahn y Vincent D’Onofrio, completan un gran trio de
secundarios que están donde tienen que estar, ni más ni menos; la cara familiar
de BD Wong nos hace recordar aquellas primeras escenas cuando veíamos nacer a
los primeros dinosaurios allá por 1993; y por supuesto el tema de John Williams
que va apareciendo entre la maravillosa Banda Sonora de Michael Giacchino…
La moda del remake no va a remitir, sino
que va a ir a más. Ya esperamos la nueva trilogía de Star Wars, la quinta
película de Indiana Jones o la segunda parte de Blade Runner, por no hablar de
esta manía que se le ha metido a la Disney entre ceja y ceja de rehacer todos
sus clásicos de animación en películas de carne y hueso. Eso ya no se puede
evitar, pero por favor, mínimo con el resultado de este Jurassic World, no
estropeemos las grandes cintas que si que se han ganado su hueco en la
historia.