Cuando te
presentan películas de estas características, es inevitable buscar similitudes
con filmes como From Hell (inspirada
en la caza de Jack el Destripador) o cualquiera de las adaptaciones de Sherlock
Holmes (ambientadas en el siglo XIX). Y como siempre las comparaciones son
odiosas.
Partiendo de la
base de que la película ni es de miedo, ni de suspense ni tan gore como te
vendía el tráiler inicial, el guión es lento y predecible, además tiene un
punto de desequilibrio en el que se mantiene pese a estar al borde del
precipicio. Bill Nighy está en su línea, muy correcto y con un personaje
creíble. Douglas Booth es, en cambio, quien se lleva la palma, en cuanto a
interpretación se refiere, por su creación de Dan Leno (protagonista de la
novela que inspira la película). Consigue un personaje muy complejo además de
ser de los pocos que mantienen el misterio hasta el final. Sam Reid también
crea un antagonista plausible dentro del juego del despiste que intenta crear
Goldman en el guión (sin conseguirlo demasiado). Por último tanto Olivia Cooke
como María Valverde consiguen frenar el ritmo de la película. La primera porque
aunque bien de personaje, su línea argumental está llena de lagunas y no sabe
como solventarlas. La segunda porque la diferencia emocional entre ella y el
trapecio en el que está subida la mayoría del tiempo es prácticamente nula.
La ambientación,
eso si, es una maravilla. La Londres del s. XIX es uno de los lugares
siniestros por excelencia y ha sido recreado tantas veces que ya empieza a ser
difícil realizar la tarea con originalidad. Algo bien conseguido tanto en
decorados como en maquillaje y peluquería. Aciertos que hacen que la película
sea tolerable e incluso entretenida. A pesar de toda la negatividad la considero
digna del tiempo que requiere verla. Una buena ración de cine de misterio a la
antigua usanza.
Ficha Técnica:
Director: Juan
Carlos Medina
Guión: Jane
Goldman (Novela Peter Ackroyd)
Música: Johan
Söderqvist
Reparto: Bill
Nighy, Olivia Cooke, Douglas Booth, Sam Reid, María Valverde, Eddie Marsan…
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